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Estrés crónico y salud digestiva: cuando la mente impacta el cuerpo

 

El estrés y su impacto en el cuerpo

Cuando vivimos en un estado constante de estrés, el cuerpo prioriza la supervivencia sobre otras funciones fisiológicas. La digestión es una de las primeras en verse afectadas porque el sistema nervioso simpático —el encargado de la respuesta de lucha o huida—inhibe el sistema digestivo para enfocarse en la reacción al peligro.

Estudios sobre el impacto del estrés en la digestión: Investigaciones han demostrado que el estrés prolongado altera el eje intestino-cerebro, afectando la regulación del sistema digestivo.

Según estudios publicados en la revista Neurogastroenterology & Motility, el estrés psicológico puede modificar la microbiota intestinal y contribuir a problemas como el síndrome de intestino
irritable (SII) y la disbiosis bacteriana.

Cuando el estrés se somatiza en el sistema digestivo

El eje intestino-cerebro es la conexión directa entre emociones y funciones digestivas. No es casualidad que cuando atravesamos ansiedad o angustia, el estómago lo sienta primero.

-El estrés prolongado puede manifestarse de muchas maneras:

-Problemas recurrentes de digestión pesada, hinchazón y reflujo.

-Episodios de diarrea o estreñimiento sin una causa física aparente.

-Sensibilidad extrema a ciertos alimentos, intolerancias nuevas o inflamación intestinal.

-Sensación de vacío, tensión o «nudo» en el estómago constante.

-Fatiga crónica vinculada a la incapacidad del cuerpo de absorber bien los nutrientes.

Alteraciones específicas en el sistema digestivo causadas por el estrés crónico

Movilidad gástrica alterada El estrés reduce la motilidad gástrica porque el sistema nervioso simpático inhibe el movimiento natural del estómago. Esto provoca:
Digestiones lentas y sensación de pesadez tras las comidas.
Reflujo gastroesofágico porque el esfínter esofágico pierde tonicidad.
Inflamación estomacal y molestias por acumulación de gases.

Un estudio de la American Journal of Physiology-Gastrointestinal and Liver Physiology muestra que el estrés crónico reduce la producción de ácido gástrico, lo que afecta la digestión y absorción de nutrientes esenciales.

Movilidad colónica desregulada Mientras que el estómago se ralentiza, el colon puede reaccionar de forma opuesta. Esto genera:

Diarrea nerviosa, cuando el sistema digestivo entra en hiperactividad y acelera el tránsito intestinal.
Estreñimiento crónico, cuando el intestino grueso disminuye su actividad por la falta de relajación nerviosa.
Alternancia entre diarrea y estreñimiento, un patrón frecuente en personas con estrés prolongado.

Hipersensibilidad visceral Cuando el estrés es constante, el cuerpo amplifica la percepción del dolor digestivo. Esto puede causar:
-Sensación exagerada de molestias abdominales sin una causa física aparente.
-Hipersensibilidad a la hinchazón o movimientos intestinales normales.
-Dolor digestivo crónico que empeora con episodios de ansiedad.

Alteraciones en la producción de ácidos y enzimas digestivas El estrés afecta la secreción de ácido clorhídrico y enzimas digestivas, lo que provoca:
-Reducción en la capacidad del estómago para descomponer los alimentos correctamente.
-Mala absorción de nutrientes esenciales, lo que genera deficiencias vitamínicas.
-Mayor riesgo de infecciones y sobrecrecimiento bacteriano.

Impacto en la microbiota intestinal El estrés afecta directamente la microbiota, favoreciendo:
-Disbiosis intestinal, es decir, un desequilibrio entre bacterias beneficiosas y patógenas.
-Inflamación intestinal persistente, que puede derivar en intolerancias alimenticias.
-Permeabilidad intestinal, lo que facilita la aparición de enfermedades autoinmunes.

Investigaciones en el Journal of Clinical Investigation han demostrado que el estrés psicológico altera la microbiota intestinal, favoreciendo el crecimiento de bacterias patógenas mientras reduce la cantidad de microorganismos beneficiosos.

Cómo evitar que el estrés afecte la salud digestiva

El primer paso para cambiar esta respuesta es tomar conciencia de cómo el estrés está impactando el cuerpo. Muchas veces, nos acostumbramos a ciertos síntomas sin preguntarnos de dónde vienen.

En terapia, se puede trabajar en reestructurar la manera en la que el cuerpo responde al estrés, ayudando a identificar cómo las emociones atrapadas pueden estar afectando la función digestiva. Se pueden explorar métodos que regulen el sistema nervioso, faciliten la liberación emocional y permitan que la tensión acumulada no se traduzca automáticamente en síntomas físicos.

El estrés no debe quedarse alojado en el sistema digestivo. Aprender a gestionarlo no solo mejora la salud, sino que transforma la manera en la que enfrentamos el día a día.

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